Inteligencia Artificial dejó de ser un experimento para convertirse en una herramienta cotidiana en la industria de la seguridad electrónica. Técnicos, integradores, operadores de monitoreo y responsables de infraestructura ya están utilizando herramientas de IA para acelerar tareas, resolver problemas, interpretar información técnica y mejorar la eficiencia. Sin embargo, este avance ocurre mayormente “desde abajo”: impulsado por los trabajadores, no por las empresas.
En los últimos dos años, mientras crece la presión por mejorar tiempos de respuesta, análisis de video, integración de sistemas y soporte técnico, cada vez más profesionales recurren a asistentes de IA para resolver tareas que antes implicaban horas: interpretar manuales, generar configuraciones, optimizar topologías de red, preparar presupuestos técnicos, redactar informes de eventos o analizar patrones en grabaciones. Esta adopción silenciosa está transformando la operación diaria del sector.
Inteligencia Artificial como herramienta de campo: el nuevo asistente técnico
El fenómeno más interesante es que la IA se está volviendo una especie de “técnico acompañante”. En instalaciones, muchos profesionales ya utilizan asistentes para:
• Generar secuencias de programación para paneles
• Interpretar configuraciones de routers, switches o VLAN
• Explicar fallas típicas en cámaras, grabadores o controladoras
• Redactar reportes de incidentes o documentación técnica
• Traducir manuales al instante
• Evaluar compatibilidades de dispositivos en proyectos complejos
Esto acorta tiempos, reduce errores y mejora la calidad del servicio. La IA se transforma así en un multiplicador de productividad en un sector donde cada minuto perdido impacta en costos y satisfacción del cliente.
Operación y monitoreo: análisis más rápido, pero sin guía corporativa
En centrales de monitoreo ocurre algo similar. Cada vez más operadores utilizan IA para:
• Redactar resúmenes de eventos
• Clasificar señales complejas
• Explicar comportamientos anómalos en patrones de video
• Organizar información para auditorías o informes mensuales
El problema es que la mayoría de las empresas no cuenta con políticas, procesos ni herramientas corporativas para hacerlo de manera segura. En muchos casos, los operadores utilizan cuentas personales, fragmentando procesos y exponiendo información sensible sin intención.
La paradoja es evidente: los trabajadores avanzan rápido; las empresas, no tanto.

El riesgo: shadow AI en sistemas críticos
A diferencia de otras industrias, en seguridad electrónica la información que se maneja es especialmente delicada: mapas de cámaras, topologías de red, credenciales, datos personales, protocolos de emergencia, grabaciones de incidentes. Cuando la IA se usa sin gobernanza, se generan riesgos claros:
• Fuga involuntaria de datos sensibles
• Configuraciones incorrectas en sistemas críticos
• Dependencia de procesos informales
• Falta de auditoría y de trazabilidad
• Ausencia de criterios unificados entre técnicos e integradores
El sector, que trabaja justamente para proteger, no puede permitirse procesos internos vulnerables.
La oportunidad: profesionalizar la Inteligencia Artificial en seguridad electrónica
La industria tiene una oportunidad única: adoptar la IA de manera ordenada para mejorar la calidad del servicio, la eficiencia operativa y la competitividad. Eso implica:
• Herramientas corporativas de IA para técnicos, operadores e integradores
• Políticas claras sobre el uso responsable
• Capacitación formal en IA aplicada a seguridad electrónica
• Integración entre IA y sistemas de monitoreo, análisis de video e intrusión
• Marcos éticos y de privacidad específicos para el sector
La IA puede convertirse en un diferencial real si se adopta con seriedad, no como herramienta informal de supervivencia laboral.
Un llamado a la industria: acompañar, capacitar, liderar
Si los trabajadores ya adoptaron la IA por necesidad y eficiencia, es momento de que empresas, fabricantes, integradores y centrales de monitoreo acompañen ese proceso. La industria de la seguridad electrónica argentina —una de las más dinámicas de la región— puede liderar esta transición si asume que la inteligencia artificial no es un accesorio, sino un componente clave del ecosistema profesional.
Hoy la IA ya está en el campo, en el operador, en el técnico y en el integrador. Ahora falta que esté en la estrategia.





