El sensor, que todavía no fue comercializado pero sus creadores prometen que será económico
En los últimos tiempos, han crecido los casos de niños abandonados dentro de autos mientras sus padres se iban de compras a un centro comercial o un supermercado. Lamentablemente con desenlaces trágicos. También ocurrió con mascotas. Es así que científicos de una universidad canadiense desarrollaron una alarma para cuando un nene o un animal se quedan solo en el habitáculo del vehículo.
La misma llegó desde la Universidad de Waterloo, en Canadá donde un equipo integrado por graduados y estudiantes combinó tecnología de radar con inteligencia artificial (IA) para detectar niños o animales desatendidos con una fiabilidad del 100 por ciento.
El sensor, que todavía no fue comercializado pero sus creadores prometen que será económico, es lo suficientemente pequeño como para caber en la palma de una mano con solo tres centímetros de diámetro, y está diseñado para ser fijado al espejo retrovisor de un vehículo o colocado en la parte interna del techo.
El dispositivo envía señales de radar que son reflejadas por personas, animales y objetos en el vehículo. La inteligencia artificial incorporada analiza las señales reflejadas. “Aborda un problema grave en todo el mundo”, dijo George Shaker, profesor de ingeniería en Waterloo, quien condujo el trabajo realizado entre otros por los iraníes Mostafa Alizadeh y Hajar Abedi, ambos graduados de la universidad que lleva el nombre de la ciudad donde está radicada, en la provincia canadiense de Ontario.
El desarrollo del sensor inalámbrico en forma de disco fue financiado en parte por un importante fabricante de autopartes que tiene como objetivo llevarlo al mercado a fines de 2020. Y por lo económico que prometen que será, incluso no descartan que pueda ser incorporado al equipamiento de serie de algunos vehículos en el corto plazo. Afirman que podría tener un costo no superior a los 50 dólares.
El principio de funcionamiento requiere de un análisis permanente de lo que sucede dentro del habitáculo, instancia en la que es clave la inteligencia artificial. El dispositivo determina primero el número de ocupantes y sus ubicaciones en un vehículo. Y se activa cuando detecta que un niño o una mascota (realiza una clasificación por tamaño) se ha quedado accidental o deliberadamente.
El sensor envía automáticamente señales de radar, que llegan a todas las áreas del habitáculo. Si esas señales son reflejadas posteriormente al sensor por un bebé o animal vivo, un algoritmo que se ejecuta en el microprocesador del dispositivo, identifica automáticamente los sutiles movimientos corporales asociados a la respiración de cualquier ser vivo.
Cuando se advierten estos movimientos, el sensor hará sonar una alarma para alertar al conductor y evitar de esta forma que las puertas del vehículo se bloqueen. Según las primeras pruebas, se asegura que el sistema es 100 por ciento preciso para detectar la presencia de seres vivos en los asientos traseros de los automóviles.
De esa forma cumple con su función: evitar un suceso semejante que podría derivar en daños graves o la muerte en climas extremadamente cálidos o fríos.
«A diferencia de las cámaras, este dispositivo preserva la privacidad y no tiene ningún punto ciego porque el radar puede penetrar en los asientos, por ejemplo, para determinar si hay un bebé en un asiento para el automóvil orientado hacia atrás», dijo Shaker, un profesor designado de ingeniería eléctrica e informática, e ingeniería mecánica y mecatrónica.
El dispositivo de baja potencia, que funciona con la batería de un vehículo, distingue entre seres vivos y objetos inanimados mediante la detección de movimientos respiratorios sutiles.
Pero sus creadores también aseguran que podría tener otras utilidades. Por ejemplo, brindar información que podría usarse para establecer tarifas para servicios de transporte compartido en rutas con peaje, o para calificar vehículos para carriles compartidos. Y ya hay automotrices que, bajo los parámetros de desarrollo de la conducción autónoma, avizoran lanzar en el futuro servicios de movilidad que reemplacen los autos particulares por transportes comunes, una especie de taxis o remises sin chofer.
Además, los investigadores ahora están explorando el uso de esa capacidad para monitorear los signos vitales de los conductores en busca de indicios de fatiga, distracción, discapacidad, enfermedad u otros problemas, según Infobae.