Para tener una imagen real de cómo el avance en edad puede tener un impacto sobre la biometría, los investigadores requieren datos operacionales de los sistemas. Con solamente ensayos de laboratorio no se puede llegar a conclusiones. El problema es que la inmensa mayoría de los sistemas biométricos no llevan el suficiente tiempo de implantados como para poder evaluar esa afectación.
“No hay manera de imitarlos, necesitas datos envejecidos”, señala Patrick Grother, científico informático y jefe del proyecto de pruebas biométricas en el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de los EEUU (NIST). Ni siquiera la popular modalidad de huellas digitales ha sido adecuadamente probada respecto al envejecimiento como para conocer cómo el tiempo impacta los sistemas.
NIST ha iniciado una serie de estudios examinando las diferentes modalidades biométricas y el impacto del tiempo, explica Grother. El grupo publicó su primer estudio, que examina la estabilidad de la biometría de iris durante un período de ocho años.
Los investigadores revisaron datos anónimos de millones de transacciones de NEXUS, un programa para cruce expedito de la frontera EEUU-Canadá que es utilizado por los viajeros para desplazarse con rapidez a través de esa frontera. Como parte de NEXUS, el iris de los miembros se registra en el sistema, se escanea y después se busca la coincidencia con los ficheros del sistema cuando éstos cruzan la frontera. Los investigadores de NIST examinaron también un conjunto de estadísticas anónimas, más voluminoso pero menos controlado, recogidas en un período de seis años.
En ambos estudios con una muestra grande, los investigadores de NIST no encontraron evidencias de que se haya producido una afectación amplia a causa del envejecimiento, observa Grother. Un modelo computarizado de NIST estima que el reconocimiento de iris de personas promedio será típicamente útil durante décadas después del registro inicial. “Hemos empleado un modelo de regresión de efectos combinados para capturar el envejecimiento a nivel de población y el envejecimiento a nivel individual específico, así como calcular la tasa de envejecimiento a través de décadas”, dice Grother. “Esperamos que estos métodos sean aplicables a otros estudios biométricos sobre envejecimiento, como es el caso del envejecimiento del rostro, dada su capacidad para representar variaciones en individuos que utilizan un sistema biométrico con poca frecuencia”.
Un estudio previo sugería que el iris no se mantenía estable con la edad, y a través del tiempo reportaba un incremento en las tasas de rechazo por falsa identificación. Investigadores de NIST reanalizaron las imágenes de los 217 sujetos del estudio anterior. Encontraron que, aunque las cifras de rechazo eran altas, los resultados no necesariamente demostraban que el iris realmente estuviese cambiando. En lugar de ello, los investigadores encontraron que la causa primaria de los rechazos era la dilatación de la pupila.
Los investigadores de NIST demostraron que, debido a una causa externa desconocida, la dilatación de las pupilas en la muestra original de los sujetos había aumentado en el segundo año de la prueba y había decrecido al año siguiente. Cuando informaron por los cambios de la dilatación, los investigadores no observaron ningún efecto de envejecimiento. NIST está planeando hacer estudios comparativos de edad también con otras modalidades, señala Grother. La agencia espera poder revisar el reconocimiento facial y el impacto del envejecimiento. “Está claro que la apariencia de los adolescentes cambia con más rapidez que la de los adultos, pero ¿qué pasa cuando las personas llegan a sus 20 y sus 30?”, se pregunta. “Tenemos que observar esos datos”